Entrevista a George Goldberg, haijin y creador de Haikai Zen

George Goldberg

Nacido en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil, comenzó con el haiku aún en su infancia, a través de sus maestros en las artes marciales y en el Zen Budismo. Profesionalmente ha trabajado como empresario, ejecutivo, consultor, conferenciante y profesor. Actualmente reside en Londres, Inglaterra, y también se dedica a la fotografía, la escritura y la música. Como haikuista, mantiene una presencia online activa en su sitio web: www.haikaizen.art.blog y en las redes sociales, así como en grupos de haiku en América del Norte, Europa y Brasil.

¿Quién es George Goldberg?

Soy ante todo un apasionado de cualquier forma de expresión escrita. Nací en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil, en una familia que amaba la cultura y el arte, y que siempre me animó a leer. Aprendí a leer y escribir desde muy temprana edad, lo que estimuló aún más mi curiosidad natural, y los libros fueron mis principales ventanas para conocer y explorar nuevos mundos. Durante gran parte de mi vida profesional, trabajé como ejecutivo, consultor, empresario y también como profesor, y terminé estando menos activo en el mundo de las artes. Siendo el haiku y las artes marciales las únicas que nunca dejé de practicar diariamente. 

Sin embargo, con el paso de los años y la madurez natural, logré dedicar más tiempo y aumentar mi frecuencia en lo que realmente me encantaba. Actualmente, con una vida un poco más organizada, puedo ocuparme más de las cosas que amo, entre ellas la escritura en todas sus formas, la música y la fotografía.

¿Cuándo y cómo descubriste el haiku?

Aquellos que ya me siguen están acostumbrados a escuchar que mi contacto con el haiku se produjo a través de las artes marciales y el Budismo Zen. Creo que en 1978 tuve mi primer contacto con el haiku. Pero fue en 1979, sin entender muy bien qué era, con una mirada aún infantil, que quedé cautivado por esas pocas líneas. Algo en ese formato me intrigaba, parecía que había mucho más allí de lo que superficialmente parecía.

Todavía siendo niño, en 1979, mi primer profesor de judo siempre recitaba algún haiku al comienzo de sus clases, y leía un koan al final. El misterio que se posaba en esos versos me hacía viajar mentalmente, tratando de entender qué habían vivido esos poetas en el momento en que crearon tales poemas.

En las primeras enseñanzas, pronto entendí que lo más importante era prestar atención al presente. El haiku era recogido por nosotros durante las vivencias, luego lo adaptábamos a su forma si era necesario, y como aprendí, lo dejábamos ir. Sin apego, sin escribirlo en ningún lugar. Solo un registro mental, un modesto ejercicio realizado durante las prácticas de meditación, caminando, o simplemente en zazen. Una actitud mental continua de plena atención, tratando siempre de mantener la mente en el momento presente. Tuve la suerte de convivir entre descendientes y personas vinculadas a la cultura japonesa, lo que me llevó por un camino más tradicional.

El haiku siempre fue una práctica más íntima, que no compartía con nadie, excepto mis profesores y compañeros de práctica. Después de todo, la poesía no era tan popular entre los amigos del barrio y la escuela. No era algo que se dijera que hacía sin ser etiquetado con una serie de apodos, que no necesito mencionar aquí. De esta manera, la práctica del haiku se convirtió para mí desde muy temprano en un camino, un modo de vida que seguía bajo la orientación de mis profesores en las artes marciales y en el Zen.

Con el tiempo, aprendí nuevas artes marciales, tuve nuevos maestros en el estudio del Budismo, y por suerte o destino, todos ellos eran íntimos del haiku, y siempre enfatizaron que lo que practicábamos era mucho, mucho más que simple poesía. Esto me ayudó a construir a lo largo de mi vida una mirada más atenta al flujo continuo del aquí y ahora. El momento presente que está en constante cambio, hacia dondequiera que miremos, en cualquier lugar de este planeta o del universo.

¿Qué consideras esencial en un haiku?

El haiku que aprendí está íntimamente ligado a la experiencia, a la realidad, al aquí y ahora. Un estilo poético en el cual está presente tanto el Mushin, que es la belleza intuitiva y trascendente, como el Ushin, definido como la ausencia de emociones exacerbadas, pero que contiene la gentileza y elegancia de una mirada más cercana a la emoción. También es necesario que exista, cuando corresponda, el Wabi, que podemos entender como simplicidad y «solitude», esta última que es diferente de la soledad cuando la utilizamos en el idioma portugués, en este caso, la “solitude”, tiene una connotación más positiva, refiriéndose al estado de estar solo de forma voluntaria, buscando o experimentando un momento de introspección y tranquilidad. También tenemos el Sabi, profundamente ligado a la visión budista de desapego a las cosas, relacionado con la simplicidad. Y por supuesto, el Wabi-sabi, que es la unión de Wabi y Sabi, cuando el corazón del poeta se encuentra con la belleza que viene del espíritu de las cosas, naturales y perfectas en sus imperfecciones.

En esta tradición que aprendí, tenemos algunos puntos importantes más que están presentes, como el Yūgen, que a veces puede traducirse como misterio, pero que puede entenderse como esencia, algo profundamente sustancial que origina el haiku. También tenemos el Karumi, que trae la ligereza de la realidad pura y simple, sin apegos ornamentales al poema, y también el Makoto, relacionado con la verdad de la realidad, la sinceridad pura del mundo real. 

Creo que para finalizar, podemos mencionar el Haimi, que algunos llaman sabor de haiku, y yo particularmente lo apodé «efecto (wow) o, ¡guau!», es decir, cuando el haiku te revela, como en un insight, su secreto o su intención, produciendo entonces, una sensación de deslumbramiento.

Y, por último, tenemos el Hosomi, relacionado con la delicadeza, gracia, que cuando ocurre en la experiencia y se encaja perfectamente en el poema, genera casi una sofisticación al resultado final. Todo esto sin perder la simplicidad en la composición de la experiencia recolectada, tratando al máximo de acercarse al buscado Shajitsu, es decir, la realidad pura y objetiva de la experiencia vivida.

Todos estos puntos que mencioné están relacionados tanto con el haiku tradicional como con el Zen Haiku, y hoy, más maduro, entiendo que algunas de las diferencias, si podemos llamarlas así, sería que en el Zen Haiku hay un menor rigor con la métrica, dando más importancia a los conceptos mencionados anteriormente, y por supuesto, a la práctica de la vivencia, ya que el haiku no surge de una invención mental, sino de la realidad, de la experiencia vivida. Es un ejercicio de plena atención que observa la naturaleza de las cosas, en todas sus formas, recogiendo el momento vivido y transportándolo a la forma del poema.

El Zen Haiku que aprendí todavía tiene un punto que quizás sea el más importante, que es el Zanshin. Este término, que podría traducirse de manera simple como «Mente en constante plena atención» o «Estado de espíritu pleno», es común tanto en el Zen como en algunas artes japonesas, y tiene un significado mucho más amplio para el practicante, ya que el Zanshin es un estado de plena atención que debe cultivarse más allá de cualquier práctica, manteniéndose constantemente atento al momento presente en todas las actividades de tu día a día, en todo lo que hagas. Cuando estamos totalmente presentes en algo, nuestra mente se aclara, nuestra determinación permanece firme, y somos capaces de ver lo que pasa desapercibido para la mayoría, transformando y revelando que lo banal es más que especial, porque en cada pequeño instante, por breve que sea, existe un universo lleno de información que normalmente nos pasa desapercibido, ya que la gran mayoría de nosotros siempre tenemos la mente orbitando en el pasado o en el futuro, y así, el momento presente se nos escapa sin que seamos conscientes de esta gran pérdida.

En un haiku que se recoge de vivencias, de experiencias reales, Zanshin es fundamental, y es él quien transforma al practicante en el camino, y al camino en el practicante.

Un hecho interesante del que no recuerdo haber hablado en otras entrevistas es que en el zen haiku que aprendí, uno de los ejercicios enseñados eran técnicas de meditaciones específicas en las que revivíamos momentos de nuestras vidas en busca de haikus. Puede parecer extraño para algunos, ya que el Zen se enfoca en el momento presente, pero aprendimos que dicho «momento presente» en realidad no es estático, es un flujo continuo que corre en todas direcciones, en constante movimiento, y después de vivido, puede ser revisitado una y otra vez, si así lo deseamos. Actualmente, algunos científicos hablan sobre este tema, revelando que en realidad, el tiempo que percibimos no existe, pasado, presente y futuro ocurren simultáneamente, en todas direcciones, como flujos espacio-temporales continuos. Y el propio Budismo, mucho antes que los científicos, ya hablaba de esto hace 2500 años.

Pero este es un tema mucho más extenso y profundo, del cual podemos volver a hablar en otro momento.

Cuando escribes haiku, ¿tienes alguna rutina o forma de encontrar la inspiración?

El haiku que aprendí es en realidad un camino, un Dō, que forma parte de mi práctica Budista Zen, y que se ha convertido en un proceso natural, ya que lo practico desde la infancia.

Por ser una forma de poesía experiencial, ocurre en el momento del hecho, casi como una fotografía, pero más profunda y cargada de significado, basada en la vivencia del haikuista y no en la imaginación, por lo que no se necesita inspiración en este caso. En mi vida cotidiana, ya sea común o especial, no importa, recojo haikus en mi día a día.

Suelo despertarme muy temprano, normalmente antes que todos en mi casa, alrededor de las 3:30 y las 4:00 horas, manteniendo la misma rutina que cuando estoy en retiros monásticos. Reservo las primeras horas de la mañana para actividades de cuidado de la mente y el cuerpo. Estas incluyen siempre meditación, ejercicios, una caminata en la naturaleza, preferiblemente en algún parque cerca de casa, donde aprovecho no solo para hacer ejercicio, sino también para comenzar el día en contacto con la naturaleza. Después de eso, al regresar a casa, preparo un buen café fresco para empezar el día de trabajo. Normalmente, después de eso, ya he recogido algunos haikus, y sigo haciéndolo a lo largo del día, siempre que surgen en momentos de plena atención. Es en ese momento exacto en el que cosas como una pequeña hormiga inmersa en medio del césped verde, la sonrisa de un bebé en brazos de su madre en la esquina, o el simple balanceo de las cortinas de la ventana de una casa en alguna calle por la que estoy pasando, llaman mi atención, haciendo que la velocidad del tiempo disminuya, y es entonces, como quien recoge una fruta madura del árbol, que recojo un nuevo haiku.

¿Cuál es tu tema favorito para escribir haiku? ¿Tiendes a centrarte más en la naturaleza o buscas inspiración en asuntos más propios del entorno de las personas y las emociones?

Como mencioné anteriormente, no elijo un tema, son ellos los que me eligen a mí, ya que surgen dentro de mis vivencias diarias. Todo lo que me rodea puede convertirse en un haiku, solo hace falta que ocurra lo insight, ese momento de plena atención en el que el haiku brota rápidamente, casi pidiendo ser recogido.

Confieso que, aunque practico el haiku desde hace más de cuatro décadas, solo en el último período comencé a escribir haikus basados en temas, debido a las actividades propuestas por los grupos de haiku, o por revistas y periódicos, lo cual no me resulta natural, ya que estoy acostumbrado a recoger haikus de experiencias reales. Por lo tanto, la solución que encontré, cuando es posible, es buscar en mis archivos un haiku aún no publicado sobre el tema propuesto, y si lo encuentro, lo utilizo. Si no lo encuentro, intento meditar y encontrar algún haiku sobre el tema propuesto en mis vivencias anteriores, solo entonces, si realmente nunca he hecho un haiku sobre ese tema propuesto, recurro a la concepción de un haiku sin haberlo experimentado realmente. Y algo interesante sucede: los haikus que provienen de experiencias reales son siempre los que destacan. Esto me revela que los haikus vividos pueden acercarse más a aquellos que los leen, tal vez tocando más profundamente sus corazones y mentes.

Nos has trasladado que un kigō es uno de los pilares del haiku y al que has dedicado bastante tiempo de estudio. ¿Qué nos puedes contar acerca de este elemento del haiku? 

Siempre he considerado al kigō como el alma del haiku, es fundamental tanto para el camino tradicional como para el camino zen. Fue creado como una forma de situar al haiku en el tiempo y el espacio, brindando al poema no solo belleza, sino también una sensación de pertenencia o curiosidad, que transforma esta forma poética en una verdadera experiencia, tanto para quien lo compone como para quienes lo aprecian.

Es importante destacar que el uso del kigō en el haiku es un esfuerzo del haikuísta para transportar al lector hacia su propia experiencia, revelando colores, olores, sabores, formas, sensaciones y todo lo que es natural vivir, apreciar y sentir durante las estaciones del año en las cuales se recogen las experiencias, haciendo única esta forma de poesía.

Hay muchos estudiantes de haiku que creen que el kigō aprisiona al poeta, impidiendo la libertad de composición, y otros creen, con aire de discriminación, que es «cosa de japonés», ya que la variación estacional y las numerosas microestaciones que tiene Japón no ocurren de la misma manera en otros lugares. Sin embargo, el kigō no nació para ser único en todas partes del mundo, ya que cada región es única, cada país tiene su propia fauna, flora, vivencias, geografía y condiciones climáticas endémicas. Microclimas, festividades típicas, eventos, animales y flores que a menudo solo se encuentran allí, y es precisamente de estas características únicas de donde surgen los kigōs. Pero, un término estacional para ser considerado realmente un kigō debe ser estudiado profundamente, para que sus características realmente únicas se revelen, y puedan considerarse hitos estacionales nacionales o regionales conocidos popularmente, creando una ubicación espacio-temporal que el lector reconocerá fácilmente. Después de todo, un kigō que nadie conoce, o que no se puede asociar con una estación o período específico del año, no cumple su función.

También vale la pena señalar una confusión común entre el kigō y el utamakura, este último también común en otras formas poéticas japonesas, pero está asociado mucho más como un recurso retórico de la poesía tradicional japonesa. Podríamos decir de manera simplista que un utamakura es un lugar poético capaz de provocar sensaciones y sentimientos únicos, un lugar que inspira la producción de poesía, música, fotografía u otras formas de arte. Se conoce por su belleza natural o hecha por el hombre, que provoca un estado de ánimo que será transmitido, en este caso, a través del poema.

Para ilustrar algunos ejemplos, podríamos mencionar el famoso Monte Fuji y el Torii de Miyajima en Japón, el Cristo Redentor y el Pão de Açúcar en Rio de Janeiro, el Rio Sena, el Arco del Triunfo y la Torre Eiffel en París, el Monte Tibidabo y la Basílica de la Sagrada Familia en Barcelona, el Big Ben en Londres, o el Centro Histórico de Córdoba en Andalucía. Todos estos, cuando se experimentan, pueden evocar sentimientos que solo pueden recogerse allí, frente a tales obras o lugares, sintiendo toda la experiencia con los cinco sentidos, como lo hizo Bashō en su larga jornada poética hacia el norte de Japón.Pero este es un tema amplio para discutirlo aquí en pocas líneas, por lo tanto, escribí un artículo titulado «Kigō. El Alma del Haiku», en el que hablo un poco más sobre este tema que tanto me fascina en el arte del haiku, y que tal vez pueda ser publicado en una de las próximas ediciones de la Revista Hotaru.

¿Hay algún escritor de haiku clásico al que consideres un referente o que te inspire en tus creaciones?

Sí, algunos. Dentro del período pre-Shiki, cuando el haiku aún era hokku, Bashō ciertamente es el que más me encanta, en todas sus fases, pero principalmente en sus poemas producidos durante sus jornadas poéticas. También soy un admirador del trabajo de Ryokan Taigu, su mirada única logra transportarme en el tiempo cada vez que leo su producción poética. El trabajo de Chiyo-ni es algo especial, su capacidad para fusionar la naturaleza y lo mundano era increíble. Una mirada delicada, gentil y simple, pero extremadamente contundente en sus percepciones. También me gusta Yosa Buson, porque su estilo es único y sus haigas encantan, enseñando mucho sobre la mirada haikuística de la época. Y por supuesto, no puedo olvidarme del popular Kobayashi Issa, que logró revelar una observación más intimista y humana, a veces incluso jocosa. Muchos seguidores de Bashō creen que Issa no hacía haiku, pero desde mi humilde punto de vista, creo que construyó una obra única, digna de ser estudiada y apreciada por todos los practicantes y amantes de esta forma poética. A partir de Shiki, además de su obra, muchos poetas también me interesan, pero uno de los que más leo y releo es Taneda Santōka, su obra tiene matices únicos, una mirada a veces aparentemente confusa de cierto modo, pero que revela un profundo buceo en el alma humana. Todos tenían sus estilos, y aún así, todos continuaban recorriendo el camino del haiku, el camino que los mantenía firmes, avanzando, viviendo sus vidas y construyendo sus obras y sus legados.

Eres creador de Haikai Zen, una web en la que publicas tus haikus, tus ensayos y algunos artículos de opinión. ¿Cómo surgió este proyecto?

El sitio web Haikai Zen recibió este nombre porque esa es la tradición que sigo, paralela y simultánea a la tradicional. Lo creé cuando decidí, después de décadas de práctica, publicar mis haikus. El mundo virtual, más dinámico y amplio, me animó debido a la facilidad y conveniencia de la publicación, lo que permitió que todo, o casi todo, lo que estaba guardado en cuadernos, blocs, agendas, márgenes y páginas de libros, ahora pudiera estar más organizado y disponible. La edad también contribuyó a esto, ya que con un poco más de autonomía en mi vida profesional, como mencioné al principio, encontré tiempo para mis pasiones, que además de la escritura, también incluyen la música y la fotografía.

A través del sitio web, aquellos que estén interesados pueden acceder a mis redes sociales, donde publico mis experiencias diarias. También tengo mi blog en Medium, donde publico haibun y textos, que a veces comparto con otras revistas de poesía sobre la temática del haiku.

En la gran comunidad de escritoras y escritores de haiku, siempre existe un colectivo que tiende a la radicalización de esta forma poética y a increpar a escritoras y escritores que comparten sus obras en las que se toman algunas licencias poéticas alejan su poesía de la visión más pura del haiku. ¿Alguna vez te has encontrado alguien así? ¿Cómo lo has afrontado?

Bien, creo que en este caso hay dos puntos importantes para destacar. Primero, lo que realmente sería un haiku, y luego, lo que las personas desean que sea un haiku. Incluso en Japón, esta discusión tuvo lugar, aún en el período del hokku, en tiempos de Bashō. No hay unanimidad, sino un exceso de academicismo que aleja a todos del verdadero propósito del haiku, que es el mismo propósito que todos los otros Dō japoneses, como el shodō, chanoyu, ikebana, kyūdō, iaidō, karate-dō o el haiku-dō, en el caso del haiku, que se enseñaba y practicaba en los monasterios budistas. Todos estos caminos tienen técnicas intrínsecas que nos guían en un viaje interior consciente, en busca del perfeccionamiento personal y la percepción de que somos los agentes del cambio que deseamos ver en nuestro entorno, aquí y ahora. Estas artes, cuando se transmiten en su totalidad, de maestro a discípulo, o como decimos en las artes marciales y en el budismo, de corazón a corazón, quedan libres de fragmentaciones y mutaciones que a veces ocurren en estas transiciones y reinserciones culturales. Revelan conceptos fundamentales que están más allá del horizonte visible, permitiendo que estas artes seculares no pierdan su esencia por falsas y efímeras erudiciones. 

Hace tiempo que noto la existencia, hoy aún mayor, de un cierto glamour en las redes sociales en torno al nombre haiku, en detrimento del tradicional terceto, que a menudo, sin demérito alguno, es lo que realmente son muchos de estos poemas que se publican en las redes. Tal vez esto suceda por la simple falta de conocimiento poético. Junto con esto, también hay un ansia por romper las reglas antes incluso de aprenderlas y practicarlas, un cierto encanto transgresor que muchos buscan para parecer más «cool«, más geniales y modernos. Frases y pensamientos simples que, al titularse como haiku, tal vez reciban más likes, vistas y comentarios. Cosas de esta era virtual. 

Hoy, aunque practico el haiku desde la infancia, y han pasado más de cuatro décadas de práctica diaria e ininterrumpida, confieso que aún no me siento cómodo rompiendo las reglas que aprendí, y todos los días, solo pienso en practicar, porque ese es el camino. Sin aspiraciones. Tanto mi primer maestro de judo como mis maestros en el budismo decían que la única forma de aprender y enseñar realmente algo es a través de la práctica. Por lo tanto, tal vez, como decían mis profesores, el ejemplo de nuestras producciones, hechas con plena atención y dedicación, sean los mejores maestros en este caso.

Muchos dirían que lo que practico no es haiku, otros ya afirman que sí. Pero lo importante para mí es el camino que sigo, que me enseñaron maestros que aprendieron de sus maestros y confiaron en que yo también pudiera, algún día, enseñar a otros a seguir este Dō. 

Normalmente, son los más críticos los que tienen las obras más pequeñas y menos tiempo de práctica. En la actualidad, con la facilidad de acceso a la información, muchos olvidan que el conocimiento teórico surge de la práctica diaria, y no al revés. Por eso, creo que la práctica es uno de los principales maestros a los que debemos escuchar. 

Bashō rompió muchas reglas. El simple hecho de decidir basar su producción poética en sus vivencias reales era un gesto de rebeldía hacia la comunidad poética de su época. Pero no se alejó de la esencia, de lo que construye el núcleo de un Dō. Que es practicar y practicar. 

En todo el mundo, habrá y seguirá habiendo practicantes que se sentirán atraídos por las reglas, formas y peculiaridades del haiku tradicional, y otros que no las aceptarán, prefieren ser libres, incluso sin entender bien lo que eso significa en este caso. Pero personalmente, no me importa mucho eso. Mi práctica es lo que me hace bien, y espero que pueda reflejar lo que siento en aquellos que tienen contacto con mi producción poética. El haiku es un camino continuo, sin una línea de llegada. 

Por más experiencia que tengamos, siempre estaremos aprendiendo, y la maestría que muchos anhelan puede que nunca llegue, y sinceramente, es lo que menos importa. 

Esto me recuerda que, una vez, en un retiro, le pregunté a un viejo amigo japonés, también monje que practica y enseña Zen desde hace más de 55 años, qué pensaba de la famosa regla de las diez mil horas, que dice que nos convertimos en maestros, o en términos modernos, experts, después de practicar algo durante este período de manera ininterrumpida. Él, con su sabiduría siempre compartida gentilmente con quienes lo rodean, solo sonrió y dijo: 

«¡Silencio, escucha! Los árboles están teniendo ahora una clase con las montañas.»

Y al escuchar esa frase, en ese mismo momento, recogí un nuevo haiku.

El camino del haiku es bastante escarpado y complejo, a veces. Nos lleva por senderos que parecen devolvernos al principio. Creo que ahí radica la belleza de esta forma de poesía: nos hace pensar que la comprendemos hasta que, en algún momento, nos lo envuelve todo en dudas. ¿Alguna vez has sentido que tus haikus del pasado han perdido esa esencia cuando has vuelto a leerlos con el tiempo?

Hace algún tiempo que he estado recuperando haikus y haibuns de mi infancia y adolescencia, anotados en las esquinas y márgenes de libros, blocs, cuadernos y agendas antiguas. Con los cambios de ciudad, de país, muchas cosas se perdieron, pero he estado recopilando lo que he ido encontrando para que no se pierda más. Cuando leo estos haikus y haibuns antiguos, me sorprendo con mi propia escritura. Tal vez porque aún no tenía tanto acumulado de información y equipaje psicoemocional. Todo era más ligero y simple. Esto realmente revela la necesidad de aligerar nuestras cargas personales y hacer nuestra práctica más suave, menos pretenciosa y más objetiva. 

Bashō solía enseñar a sus discípulos que cuando intentaban atribuir delicadeza al poema, en realidad perdían la delicadeza; cuando el poeta quería dar más brillo a sus poemas, entonces el brillo desaparecía. Cada vez que se forzaba una intención y se encapsulaba en el poema, notoriamente perdía la sencillez y la espontaneidad de la realidad. Bashō solía decir que las obras producidas por el espíritu (con alma) tenderían a ser buenas, pero aquellas producidas con erudición y malabarismos lingüísticos y artificiales no debían ser respetadas como haiku. Enseñaba que el haiku necesitaba sutileza y habilidad para construir una amalgama entre el mundo interno y el mundo externo, alma y naturaleza unidas, dando forma al poema en el cual el poeta es un coadyuvante, no menos importante, pero un coadyuvante de la experiencia transformada en poema. 

Cuando me preguntas si creo que mis haikus antiguos han perdido la esencia con el tiempo, sinceramente no lo creo. Ellos eran lo que yo era y percibía en ese momento. Todo tiene su momento, y todo estudio que requiere práctica y dedicación pasa por mesetas de transformación. Zonas de práctica más lineales que a menudo traen la sensación de estancamiento o incluso retroceso. Pero, como aprendí, el secreto está en seguir adelante, practicando y practicando, y al igual que los árboles se vuelven más fuertes con cada nueva floración, nosotros también nos fortalecemos y maduramos con la práctica continua. Lo importante es aprovechar y apreciar estos inviernos mentales para recogerse y reflexionar, manteniéndose en el camino sin abandonar la práctica.

¿Nos podrías compartir algunos de tus haikus?

Por supuesto. En primer lugar, debo dejar claro para aquellos que están leyendo esta entrevista que mi lengua materna es el portugués, y es en este idioma donde recojo la mayor parte de mis haikus. Sin embargo, también recojo haikus en español e inglés, idiomas en los que tengo cierta familiaridad. Normalmente, llegan prácticamente listos en estos idiomas. Por eso, procuro resistir a la tentación de traducirlos y ajustarlos a la métrica utilizada en otro idioma, evitando así que el haiku pierda su esencia debido a posibles cambios. Aquellos que han leído algunos haikus por ahí que a veces parecen no tener sentido, de alguna manera confusos o extraños, entenderán a qué me refiero. De esta manera, presento algunos haikus originalmente escritos en portugués, con sus traducciones literales y sin ajustarlos a la métrica utilizada en español. A pesar de que nuestros idiomas tienen muchas similitudes, también existen muchas diferencias que pueden alterar completamente el sentido de lo que se lee. Creo que esta es una buena manera de presentar algunos de mis haikus a los hablantes de español. Espero que disfruten de los doce haikus que he seleccionado de mis archivos para los lectores de esta entrevista. Y para aquellos que deseen leer un poco más, simplemente visiten mis sitios web y redes sociales. Todos serán muy bienvenidos.

Retiro de outono —
Aprendo com as montanhas
lições do silêncio

Retiro de otoño
Aprendo de las montañas
lecciones del silencio

Lua desta noite —
A fumaça do cachimbo
vai ao seu encontro

Luna de esta noche
El humo de la pipa
va a su encuentro

Só isso me basta —
A Lua de Primavera
no horizonte azul

Sólo eso me basta
La luna de primavera
en el horizonte azul

A sombra do gato
sob a luz da lua cheia —
Se une com a minha

La sombra del gato
bajo la luz de la luna
Se una con la mía

De frente à parede —
Uma lagartixa imóvel
também faz zazen

Frente a la pared
Una lagartija inmóvil
también hace zazen

Imóvel o Bud
sobe o muro lentamente ―
E lá se vai a Lua

Inmóvil el Buda
sube el muro lentamente
Y allá va la Luna

Na mão da menina
casa do bicho-da-seda —
Agora vazia

En la mano de la niña
la casa del gusano de seda
Ahora vacía

Manhã de verão —
Na trilha montanha acima
sigo minha sombra

Mañana de verano
En el camino montaña arriba
sigo mi sombra

Pelo campo-santo
uma nova folha seca —
Chega de surpresa

Por el camposanto
una nueva hoja seca
Llega de sorpresa

Faz do meu cachimbo
o seu abrigo temporário —
Abelha em retiro

Haz de mi pipa
tu refugio temporal
Abeja en retiro

Primavera urbana —
Entre os carros o palhaço
de calça florida

Primavera urbana
Entre los coches el payaso
con pantalón floreado.

Domingo no parque —
O filho ganha o presente 
no Dia dos Pais 

Domingo en el parque
El hijo recibe el regalo
en el Día del Padre

¿Qué opinas de la métrica clásica del haiku, 5-7-5? ¿La consideras esencial en estos poemas?

Existe una gran controversia en torno a esta cuestión, ya que el idioma japonés difiere del occidental, en el cual no se cuentan sílabas, sino sonidos o tiempos; llamamos a esto «moras», es decir, la unidad esencial responsable de la ordenación de los fonemas en el proceso de formación de las palabras, en este caso, en el idioma japonés. Por lo tanto, una unidad de duración, de tiempo. 

A partir de 1860, con la reapertura de Japón al occidente, gran parte de las artes japonesas se convirtieron en inspiración para innumerables artistas occidentales. El tsunami de la Japonaiserie inundó Europa, término acuñado por el pintor Vincent Van Gogh, quien quedó encantado con el arte Ukio-e de Hiroshige, pero esa es otra historia. 

Lo que nos interesa en este hecho es la proliferación de las artes japonesas en todo el continente europeo, lo que hizo que la poesía en todas sus formas se volviera accesible, aunque aún un tanto misteriosa para la cultura occidental. Los primeros contactos con el haiku recibieron intentos de traducción y no pasó mucho tiempo antes de que este estilo poético corto, exótico e incluso despojado, junto con el tanka, despertara un mayor interés de nombres occidentales conocidos de la época. La adaptación del conteo silábico para el haiku que conocemos hoy en los idiomas occidentales tuvo una gran influencia francesa, con algunas pocas variaciones en las sílabas tónicas en algunos idiomas. Lo importante de entender en el haiku es el motivo de su forma, originada en el Tanka y destacada desde el Renga. Esta rigidez surgió con su práctica en occidente y el temor a hacer algo incorrecto, diferente del original japonés. En el haiku, incluso el más austero, enseñado por Bashō, estaba más centrado, al principio, en el Kireji, en el kigō, y en el Mushin y Ushin, Wabi-sabi, Yūgen, Makoto, y otros también importantes que ya he mencionado anteriormente. Bashō valoraba una práctica que llevase al desarrollo y ampliación espiritual de sus discípulos. Con el tiempo, tratando de acercarlos cada vez más a la realidad cruda y objetiva de sus experiencias, se buscaba el tan anhelado Shajitsu. 

Por lo tanto, queda claro al analizar la producción poética de Bashō y sus discípulos que el tan idealizado 5-7-5 realmente existe, pero no es una regla espartana, sino una orientación de forma a seguir, sin alejarse del ideal pero también sin dejar escapar las cosas más importantes en detrimento de la métrica. La propia sonoridad, a menudo descuidada en occidente, es muy importante en el haiku clásico japonés. Y ahí radica el arte del haiku: El equilibrio frente a las reglas, sin exageraciones ni minimalismos excesivos, un camino intermedio que lleva al practicante a los objetivos principales del haiku, manteniéndose y evolucionando en el camino. Todos los Dō están ligados a la forma, sean cuales sean, pero dentro de la forma existe un universo extremadamente amplio, repleto de conocimiento, y cuando se rompe la forma sin este conocimiento, el Dō se desvanece, se disuelve, y toda la esencia del arte se pierde en el acto egóico de querer saber antes de aprender.

¿Cuánto hay de meditación y cuánto de improvisación en tus haikus?

Como se ha mencionado anteriormente, mi haiku es experiencial, basado en mi día a día. La improvisación no forma parte de mi práctica diaria. Incluso tengo dificultades para componer haikus con temas propuestos que no están relacionados con mis experiencias. Como diría mi abuela, parecen carentes de sabor y dulzura, insípidos, inodoros, sin gracia, sin alma.

¿Podrías dar algún consejo a esas personas que hoy quieran aventurarse a estudiar y escribir haiku?

Bien, esto es fácil. Estudien los clásicos. Puede sonar a cliché, pero los clichés son clichés porque funcionan. Es imposible aprender realmente un arte secular sin beber de la fuente, sin revisitar a sus grandes practicantes y estudiosos. Al principio de sus estudios, aléjense de los estilos modernos, las revoluciones, las innovaciones y las reformas poéticas. Conozcan a todos los grandes poetas japoneses, lean sus obras, sepan quiénes fueron sus maestros, analicen la evolución que tuvieron a lo largo de sus prácticas. Luego, intenten entender qué reglas rompieron y por qué las rompieron. Solo entonces avancen hacia los poetas más modernos, de escuelas llamadas libres o reformistas.

El acceso a la información que tenemos hoy en día es mal utilizado por la gran mayoría. Yo soy de una época previa a internet, por eso valoro tanto el conocimiento real, con fuentes y fundamentos históricos documentados. Huyan de los resúmenes de internet, que a menudo solo replican errores y más errores, propagándose como un virus inmortal por un sinfín de sitios.

No estoy diciendo que deban seguir este o aquel camino, nunca sugeriría eso. Simplemente estoy transmitiendo los mismos consejos que recibí a lo largo de mi trayectoria con el haiku. Y al menos en mi caso, puedo decir que me ha hecho mucho bien.

Por último, ahora recuerdo al maestro de uno de mis profesores, que decía que los haikus que recibían muchos elogios aún no tenían alma de haiku. También solía decir que los haikus inventados se creían mejores que los haikus producidos a partir de vivencias reales, porque el ego dentro de ellos gritaba por ser escuchado.

Dejo aquí una enseñanza final que me transmitió mi querido y añorado primer profesor de judo, y que él aprendió de su sensei: 

«Cuando creas que lo que haces es perfecto, significa que tu ego ha tomado el control, ten cuidado». 

Nunca olvidé esa frase.

¿Estás trabajando actualmente en algún proyecto que veamos publicado en los próximos meses? ¿Nos podrías dar algún detalle?

Nunca antes me preocupé por eso, pero en la última década, he sido alentado a publicar tanto por amigos como por familiares. Mi actividad en las redes sociales también tiene mucho que ver con esto. Actualmente, estoy trabajando en tres libros, pero algunos contratiempos me han obligado a reducir el ritmo de investigación y escritura. Sin embargo, espero que, para el próximo año, al menos dos de ellos estén listos para ser publicados.

¿Qué libro o lectura te ha influenciado más en tu manera de percibir el haiku?

Sin duda, toda la obra de Bashō, las antologías y los viajes. Es un delicioso viaje al Japón antiguo. La obra de Issa también es muy valiosa, con decenas de miles de haikus escritos a lo largo de su vida, que confieso que aún no he podido leer completamente, ya que es realmente extensa. Ryōkan también tiene una obra muy interesante, al igual que Santōka en contrapunto. Y, por supuesto, el trabajo primoroso de la gran Chiyo-ni, que no debe dejarse de leer por aquellos que deseen seguir el camino del haiku. Después de los clásicos, la obra de Blyth también es importante, para aquellos que ya tienen conocimiento histórico, descubriendo un poco más la cultura japonesa bajo la mirada de un estudioso occidental. Pero no puedo dejar de recordar y agradecer todas las enseñanzas orales que recibí de mis maestros a lo largo de las décadas de práctica. Sin ellos, no habría conocido a ninguno de estos maravillosos poetas que transformaron mi vida.

¿Dónde podemos encontrar y leer tus obras?

Actualmente tengo el sitio web www.haikaizen.art.blog, donde publico algunos haikus y textos sobre este tema. En las redes sociales, estoy presente en casi todas, pero soy más activo en Instagram y Facebook, donde publico diariamente algunas experiencias, y también en el blog de Medium: www.medium.com/haikaizen, donde pueden encontrar textos y muchos haibuns. Otra forma de arte hermana del haiku, que también practico desde la infancia.

Siempre estoy disponible para aquellos que quieran conversar sobre haiku, simplemente contáctenme a través de las redes sociales. Será un gran placer conocer a otros haijins que también se aventuran por los caminos de Bashō.

Gracias por la oportunidad de estar aquí.



3 respuestas a “Entrevista a George Goldberg, haijin y creador de Haikai Zen”

  1. […] Este número incorpora contenido adicional creado especialmente para esta entrega: dos nuevas antologías y una traducción realizada por nuestro colaborador George Goldberg. […]

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