
Hoy os traemos la historia del Conejo en la luna, una leyenda japonesa muy otoñal que ha sido transmitida de generación en generación. Como toda leyenda transmitida durante siglos, hay muchas versiones. Nosotros hemos escogido la que más nos gusta y la hemos reescrito para los lectores y lectoras de Hotaru. Esperamos que os guste.
Hace mucho mucho tiempo, en una serena y luminosa noche de otoño, Tsukuyomi, el dios de la luna, decidió descender a la tierra para descubrir cómo vivían los seres mortales. Se disfrazó de anciano mendigo y vagó por los bosques y montañas en busca de compasión y generosidad.
Durante su viaje, el dios se encontró con tres animales: un mono, un zorro y un conejo, y para poner a prueba su bondad se le ocurrió pedirles algo.
―Vengo de muy lejos y he realizado un largo viaje. ¿Podríais, por favor, darme algo de comer? ―dijo.
Los tres animales, conmovidos por la apariencia frágil del anciano, se dispusieron a ayudarle de la mejor manera que pudieron.
El mono, ágil y veloz, trepó a los árboles y recolectó las frutas más dulces y jugosas que pudo encontrar. Las llevó hasta donde estaba el mendigo y se las ofreció con una sonrisa.
El zorro, astuto y hábil, se dirigió al río más cercano. Con su aguda visión y sus rápidos movimientos, capturó varios peces y los llevó al anciano, confiando en que estos pudieran saciar su hambre.
El conejo, sin embargo, se sintió muy triste ya que él no tenía la habilidad de trepar a los árboles como el mono ni de pescar en el río como el zorro. Preocupado por no tener nada que ofrecer, buscó sin parar una manera de ayudar. Al final, tuvo una idea.
El conejo encendió una hoguera con las ramas y hojas secas que fue encontrando en el bosque. Después se dirigió al anciano y le dijo:
― Lo siento mucho, anciano, pero yo no tengo nada que ofrecerte. Así que, por favor, quiero que comas de mi carne, espero que así tu hambre termine y puedas sentirte mejor.
Y dicho esto, el conejo saltó al fuego.
El dios de la luna, conmovido por el acto de sacrificio y bondad del conejo, en ese momento reveló su verdadera identidad y apagó las llamas, salvando al animal de la muerte.
― Eres el ser más generoso y noble que he conocido en mi viaje ―dijo Tsukuyomi con el conejo entre sus brazos―, tu bondad no debe ser olvidada.
Entonces, para honrar el sacrificio y generosidad del conejo, el dios lo llevó consigo hasta la luna, donde los dos vivieron para siempre.
Desde aquel día, la figura del conejo puede verse en la superficie lunar, sobre todo durante las noches de luna llena. Y el conejo es conocido como «tsuki no usagi»,»el conejo de la luna». Esta leyenda ha sido contada a lo largo de generaciones y, durante la celebración del Tsukimi, en la primera luna llena de septiembre, las familias japonesas hacen fiestas para contemplar la luna y así recordar la historia del conejo que dio todo lo que tenía para ayudar a un humilde desconocido.
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